Creo que el emprendimiento se lleva en los genes y es cuestión de desarrollarlo, no todos los seres humanos pueden emprender, la gran mayoría nacen para ser empleados, es decir para recibir salarios y solo algunos lo hacen para pagar esos salarios, que es en últimas la diferencia entre un emprendedor y un empleado. De dónde obtiene sus ingresos: el primero de sus ideas y el segundo de la venta de su trabajo.
La globalización de los mercados y los cambios tecnológicos tan acelerados generan permanentes oportunidades, estas están allí para todos, solo es cuestión de encontrarlas y aprovecharlas.
Grandes empresas y tradicionales negocios desaparecen y aparecen otros que no existían y que nadie creía que fueran una oportunidad, el cambio es la constante.
La mejor manera de entender claramente si una idea o oportunidad de negocio se puede convertir en un emprendimiento viable es poniendo en blanco y negro las cifras, lo que la academia llama un plan de negocio. Creo que no es necesario ser tan riguroso, solo es cuestión de conocer aspectos tales como: cuál es el mercado objetivo y su tamaño, cuan distinto se puede ser de la competencia, cual puede ser el precio y el costo del producto o servicio que nos permita obtener un margen razonable, quienes son las personas o empresas que producirán el producto o prestaran el servicio, pero fundamentalmente debemos tener claro cual es la fuente de financiación con la cual convertiremos el emprendimiento en un negocio.
Existen en el mercado muchas alternativas de financiación de los emprendimientos, algunas de ellas son: recursos propios, créditos condonables de entidades del estado, recursos de cofinanciación de entidades del estado, capital semilla de entes públicos, privados y ángeles de inversión, capital de socios, etc.
Mi recomendación es que no se inicie un negocio hasta tanto no tener claro en su flujo de caja proyectado por lo menos a tres años; cuáles serán las fuentes de financiación, que como lo describo en el párrafo anterior nunca deben ser crédito.